Hace unos días, mi gran amiga Almudena me compartía un video de Borja Vilaseca, autor de libros como “Encantado de conocerme”, “El sinsentido común” o “Qué harías si no tuvieras miedo”.
En su conferencia “Claves para saber estar solo y amar la soledad”, Vilaseca aborda una cuestión verdaderamente interesante: el concepto de soledad y su connotación negativa.
En muchos contextos socioculturales, desde pequeños nos “adoctrinan” a pensar que estar solo es un castigo, una situación que debemos evitar si queremos alcanzar la felicidad:
- Cuando eres pequeño y haces algo malo, te castigan: “Vete a tu cuarto solo a pensar”
- Cuando te advierten de que vas por el mal camino: “Si sigues así, vas a terminar solo”
- Cuando te exigen relacionarte con los demás: “¿Cómo vas a quedarte aquí solo?”
- Cuando quieres hacer algo y no cuentas con acompañantes: “¿Y vas a ir tú solo?”
- Cuando pasan los años y estás soltero o soltera: “¿Cuándo vas a encontrar pareja? ¿Por qué no te abres una cuenta en Tinder? ¿Es que quieres seguir sólo?
- ….
Entonces me puse a pensar y empecé a preguntarme:
¿ocurre lo mismo en otras culturas diferentes?
Hace años, durante mi estancia en la India, una de las cosas que más me fascinaron y que disfrutaba plenamente eran los momentos de meditación. Justo antes de las comidas, nos encontrábamos todos en la gran tarima ubicada justo en medio de todas las casitas-dormitorios. Allí, nos disponíamos en círculo y, con los ojos cerrados, nos sumergíamos cada uno en nuestro yo interno, en silencio, solos con nuestros pensamientos.
Me encantaba sentir la energía de todos esos niños y compañeros disfrutando de un momento de paz, serenidad y armonía interna. Era un momento de introspección que me permitía huir de las distracciones del entorno frenético que me rodeada y conectar con mis emociones, en silencio.
En este contexto cultural, la meditación forma parte de la vida diaria de las personas. Tanto en el entorno familiar como en ámbitos públicos, se fomenta que las personas aprendan a conectar con ese estado de calma, serenidad y sosiego. Es una práctica fundamental para nutrir el cuerpo, la mente y el alma.
Pero, ¿Por qué, en algunas culturas, el hecho de pasar tiempo a solas se considera un regalo, y en otras es un castigo?
Percepción y sentimiento de soledad
Multitud de personas de todo el mundo, sin importar la edad, el género y la clase social, dicen sentirse solas.
Ante la preocupación por el sentimiento de soledad que afecta a un número creciente de personas, la BBC llevó a cabo en 2018 el “Experimento de Soledad”, para el cual se tomó una muestra de 46.054 participantes de 16 a 99 años, habitantes de 237 países, islas y territorios diferentes. El criterio de elección se basó en seleccionar a un gran número de personas que representarían la inmensa variedad de culturas del mundo.
Dicho experimento mostró que, en mayor medida, los jóvenes (sobre todo hombres) que viven en sociedades con una cultura más “individualista” como Estados Unidos o Reino, son más propensos a experimentar sentimientos de soledad que las personas mayores (sobre todo mujeres) habitantes de sociedades colectivistas, como Japón, China o Brasil.
Además, los resultados reflejaron que el 41% de la muestra afirmó que la soledad puede ser a veces una experiencia positiva, pero muchas personas desearían experimentarlo con menos intensidad.
Gracias a este experimento, somos testigos del increíble impacto que ejerce el contexto cultural sobre la percepción de la soledad. Y de cómo esta percepción varía según el espacio geográfico y el momento temporal.
El concepto de soledad y la connotación atribuida
Hoy en día, utilizamos con frecuencia el término “soledad” (loneliness). No obstante, este concepto es bastante reciente. Con anterioridad, se hacía referencia a la palabra “solitud” (oneliness), que servía para definir el hecho de “estar a solas”.
Solitud no conlleva ninguna carencia emocional implícita, sino que se entiende como un espacio de reflexión necesario para la persona. Soledad, por su parte, sí implica una carga emocional relacionada con la ausencia de conexión social.
Desde el ámbito de la psicología y psiquiatría, fue Carl Jung quien asignó unos valores negativos a la personalidad “introvertida” (valores como la soledad vinculada a la depresión), mientras que la personalidad “extrovertida” gozaba de buenas cualidades como la sociabilidad y la confianza.
Este sistema de relaciones, unido a otros aspectos culturales, ayuda a comprender por qué la soledad se encuentra tan estigmatizada socialmente en nuestras sociedades. Pero no ocurre igual en todas las culturas.
Piensa un momento: Si formularas una pregunta para un amigo y éste tardase en responder, ¿cómo te lo tomarías? ¿Pensarías que no sabe la respuesta y está evitando tener que contestar? ¿o entenderías que está tratando de tomarse el tiempo para buscar las palabras correctas?
En culturas más individualistas, solemos percibir el silencio como algo negativo, y tratamos de rellenar esos huecos en blanco con más palabras o sonidos. Nos incomoda el silencio. Al igual que nos incomoda estar solos.
Por el contrario, en países como China o Japón, se considera inoportuno dar una respuesta inmediata, puesto que es aceptado tomarse el tiempo necesario para pensar y dar una respuesta adecuada. Se valora el silencio y el tiempo para uno mismo, que propician la buena relación con los demás.
Estar solo como vía de desarrollo personal
Dada la historia y el contexto cultural de cada país, es comprensible pensar que sociedades más individualistas como Estados Unidos, Alemania, Reino Unido o Sudáfrica, perciben la soledad de forma muy diferente a los países con una cultura más colectivista, como Japón, Guatemala, Brasil o Argentina.
La globalización y la mezcla cultural nos acerca a otros estilos de vida y formas de interpretar el mundo. Recientemente se han empezado a exaltar conceptos relacionados con el desarrollo personal: Ikigai de la cultura japonesa para vivir más y mejor, la búsqueda de la felicidad en los pequeños detalles, promovido por el Hygge danés; la idea de que menos es más basada en el Lagom sueco; o el reciente surgimiento del Honjok en Corea del Sur.
Honjok, soledad elegida como forma de vida
El Honjok, que etimológicamente significa “hon” (solo) y “jok” (tribu), surge como una forma de soledad escogida, en oposición al sistema tradicional coreano. Muchos jóvenes están empezando a adoptar este nuevo enfoque que se aleja de las convenciones sociales y culturales sobre aspectos como el matrimonio, la familia y el trabajo.
Quienes defienden el Honjok disfrutan realizando actividades solos, como salir a comer, ir al cine o viajar. Y lo mejor de todo es que no conlleva ningún tipo de estigma o connotación negativa, sino que disfrutan de esta soledad y de estar consigo mismos.
Con la situación actual que estamos enfrentando en todo el mundo a consecuencia del coronavirus, cada vez son más quienes se suman a este tipo de prácticas en muchas sociedades diferentes. Es interesante que nos cuestionemos los motivos de este emergente “despertar de la sociedad”, como menciona Vilaseca.
Debemos hacer un análisis y conocer cuáles son los motivos que nos llevan a ellos, así como las consecuencias y los beneficios tanto personales como colectivos.
Aprender a estar solos con nosotros mismos
Te propongo un experimento: ¿Qué tal si pruebas a estar 1 hora entera a solas contigo mismo como única compañía, y ninguna otra distracción que la de tus pensamientos? ¿Qué harías? ¿Crees que podrías aguantar? ¿O estarías contando los minutos para volver a anestesiar tu “soledad” con el móvil, internet, libros, música o personas de tu entorno?
Muchas personas no soportan la soledad. Relacionan estos momentos con sentimientos de angustia, ansiedad, tristeza y vacío. Por eso, las sociedades están continuamente desarrollando nuevas formas de callar nuestros demonios internos.
De forma frenética surgen nuevas vías de escape sin cesar: la radio, la televisión, whatsapp, netflix, internet, spotify, videojuegos… Millones de parches surgen para anestesiar nuestra incomodidad ante la idea de estar a solas.
Sin embargo, se trata de una cuestión realmente importante. Y cada vez más personas están tomando conciencia de ello.
Cuando estamos solos, no nos queda más remedio que relacionarnos con nosotros mismos. Conectamos con nuestros pensamientos, nuestras emociones y la idea de que, pase lo que pase, nos tenemos a nosotros mismos. Por eso, cuando aprendemos a aceptar y disfrutar de nuestra soledad, se produce un crecimiento emocional y se refuerza la autoestima.
Al desconectarnos del mundo exterior, logramos conectar con nuestro mundo interno. Y empieza a brotar información sumamente relevante para alcanzar el bienestar.
Permitirnos estar solos es fundamental para el autoconocimiento y el desarrollo personal. Además, fomenta la capacidad creativa, la innovación y la autoconfianza. Nos ayuda a tomar conciencia de nosotros mismos, de nuestra insatisfacción y de las carencias que tenemos y que ansiamos cubrir con estímulos externos.
Disfrutando de uno mismo en un entorno de calma y silencio, somos capaces de percibir nuestras emociones, detectar nuestros sentimientos, reflexionar y tomar decisiones. Además, permite mejorar nuestras habilidades sociales y nuestras relaciones con los demás, ya que detectamos carencias emocionales y afectivas y ponemos el foco en nosotros mismos, nos hacemos responsables de cubrir esas necesidades y, por tanto, evitamos culpar a los demás de esas frustraciones que sentimos.
Todos debemos tomar conciencia de nuestra forma de pensar, de nuestros esquemas mentales y del valor y la connotación que le damos a las cosas. Y aceptar que somos libres de vivir nuestra propia vida. En palabras de William Ernest Henley:
“No importa cuán estrecho sea el camino,
Cuán cargada de castigo mi sentencia.
Soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma»
Invictus, William Ernest Henley
La sociedad occidental en la que vivimos no soporta la soledad.Tenemos que buscar compañía para sentirnos más seguros,pero esto no significa necesariamente amistad y solidaridad.
Las nuevas tecnologías pueden facilitarnos la comunicación ,pero también acercarnos a personas de las que no vamos obtener un lazo realmente amistoso.
Creo que es importante disponer de un momento solitario durante el día,en el cual podremos meditar,reflexionar,ver los problemas y los proyectos con serenidad,dialogar con nosotros mismos.
Recuerdo que un artista francés decía en una de sus canciones No ,yo no estoy solo,estoy con mi soledad.
Un abrazo.
Qué buena reflexión, Silvia, me encanta cómo lo explicas. Tienes toda la razón, la sociedad nos incita a huir de esos momentos de soledad y serenidad. Es importante no desconectarnos totalmente de nuestras emociones y pensamientos internos, y ese tiempo de estar con uno mismo hacen una labor fundamental. Gracias por tus palabras, un abrazo!