CORONAVIRUS: MORALEJA DE ESTA CRISIS HUMANITARIA

 “Imaginen que el contagio del coronavirus se extiende por Europa de manera incontrolada mientras que en el continente africano, por las condiciones climáticas, no tiene incidencia.

Aterradas, las familias europeas escaparían de la enfermedad de manera histérica, camino de la frontera africana. Tratarían de cruzar el mar por el Estrecho, se lanzarían en embarcaciones precarias desde las islas griegas y la costa turca. Perseguidos por la sombra de una nueva peste mortal tratarían de ponerse a salvo, urgidos por la necesidad.

Pero al llegar a la costa africana, las mismas vallas que ellos levantaron, los mismos controles violentos y las fronteras más inexpugnables invertirían el poder de freno. Las fuerzas del orden norteafricanas dispararían contra los occidentales sin piedad, les gritarían: vete a tu casa, déjanos en paz, no queremos tu enfermedad, tu miseria, tu necesidad.

Si los guionistas quisieran extremar la crueldad, permitirían que algunos europeos, guiados por las mafias extorsionadoras, alcanzaran destinos africanos, y allí los encerrarían en cuarentenas inhóspitas, donde serían despojados de sus pertenencias, de sus afectos, de su dignidad.”

David Trueba

Esta es la maravillosa reflexión que comparte David Trueba sobre lo que está ocurriendo en este momento.

CORONAVIRUS: UNA REALIDAD NO TAN DESCONOCIDA PARA ALGUNOS

Desde hace unas semanas, sólo existe un único tema de conversación: CORONAVIRUS.

Y es que sí, todos estamos alarmados por la situación actual y, sobre todo, lo que está desencadenando: colegios, escuelas y universidades cerradas; paralización completa de la sociedad; negocios vacíos y, en el peor de los casos, cerrados; países completamente blindados; saturación de los servicios sanitarios, por no hablar de la evidente crisis sanitaria a nivel mundial y todos los problemas de salud derivados de esta pandemia.

Hagamos un breve repaso: el virus se detectó por primera vez en China. De ahí, fue extendiéndose hacia varios países del continente asiático y, ante esta amenaza, comenzaron a tomarse medidas restrictivas: la población china se aisló por completo, cerraron negocios y empresas, el sistema sanitario se colapsó, y el número de muertos alcanzó cifras realmente alarmantes.

Si bien todos estábamos intranquilos con este asunto, en el resto del mundo continuábamos con nuestras vidas sin prestar demasiada atención. Hasta que nos tocó.

Como en casos anteriores de crisis humanitarias, no entramos en pánico hasta que la amenaza está cerca: ¿Recordáis qué ocurrió con el Ébola en 2014?

Hacemos oídos sordos y miramos hacia otro lado, sin pensar en las consecuencias y sin tomar ningún tipo de medidas, a pesar de la voz de los expertos que ya venían advirtiendo sobre lo que ocurriría.

Lo mismo que hemos seguido haciendo ante las alertas y amenazas sobre el Cambio Climático, pese a la visibilidad y la urgencia de sus efectos. Total, mientras no me afecte a mí…

El coronavirus nos está dejando, entre otras cosas, una moraleja importante: LAS SITUACIONES DE EMERGENCIA, CON INDEPENDENCIA DE DÓNDE SE PRODUZCAN, SÍ TE AFECTAN. NOS AFECTAN A TODOS.

Estoy segura de que las palabras del psicólogo F. Morelli te harán reflexionar….

Imagen extraída de Ecología Verde

“Creo que el universo tiene su manera de devolver el equilibro a las cosas según sus propias leyes, cuando estas se ven alteradas. Los tiempos que estamos viviendo, llenos de paradojas, dan que pensar…

En una era en la que el cambio climático está llegando a niveles preocupantes por los desastres naturales que se están sucediendo, a China en primer lugar y a otros tantos países a continuación, se les obliga al bloqueo; la economía se colapsa, pero la contaminación baja de manera considerable. La calidad del aire que respiramos mejora, usamos mascarillas, pero no obstante seguimos respirando…

En un momento histórico en el que ciertas políticas e ideologías discriminatorias, con  fuertes reclamos a un pasado vergonzoso, están resurgiendo en todo el mundo, aparece un virus que nos hace experimentar que, en un cerrar de ojos, podemos convertirnos en los discriminados, aquéllos a los que no se les permite cruzar la frontera, aquéllos que transmiten enfermedades. Aún no teniendo ninguna culpa, aún siendo de raza blanca, occidentales y con todo tipo de lujos económicos a nuestro alcance.

En una sociedad que se basa en la productividad y el consumo, en la que todos corremos 14 horas al día persiguiendo no se sabe muy bien qué, sin  descanso, sin pausa, de repente se nos impone un parón forzado. Quietecitos, en casa, día tras día. A contar las horas de un tiempo al que le hemos perdido el valor, si acaso éste no se mide en retribución de algún tipo o en dinero. ¿Acaso sabemos todavía cómo usar nuestro tiempo sin un fin específico?

En una época en la que la crianza de los hijos, por razones mayores, se delega a menudo a otras figuras e instituciones, el Coronavirus obliga a cerrar escuelas y nos fuerza a buscar soluciones alternativas, a volver a poner a papá y mamá junto a los propios hijos. Nos obliga a volver a ser familia.

En una dimensión en la que las relaciones interpersonales, la comunicación, la socialización, se realiza en el (no)espacio virtual, de las redes sociales, dándonos la falsa ilusión de cercanía, este virus nos quita la verdadera cercanía, la real: que nadie se toque, se bese, se abrace, todo se debe de hacer a distancia, en la frialdad de la ausencia de contacto. ¿Cuánto hemos dado por descontado estos gestos y su significado?

En una fase social en la que pensar en uno mismo se ha vuelto la norma, este virus nos manda un mensaje claro: la única manera de salir de esta es hacer piña, hacer resurgir en nosotros el sentimiento de ayuda al prójimo, de pertenencia a un colectivo, de ser parte de algo mayor sobre lo que ser responsables y que ello a su vez se responsabilice para con nosotros. La corresponsabilidad: sentir que de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú dependes de ellos.

Dejemos de buscar culpables o de preguntarnos por qué ha pasado esto, y empecemos a pensar en qué podemos aprender de todo ello. Todos tenemos mucho sobre lo que reflexionar y esforzarnos. Con el universo y sus leyes parece que la humanidad ya esté bastante en deuda y que nos lo esté viniendo a explicar esta epidemia, a caro precio”.

F. Morelli

F. MORELLI

En España, al igual que en Italia y en otros países europeos, el ritmo de proliferación del virus está siendo realmente alarmante. Sin duda, existen factores culturales que están contribuyendo a que éste se extienda de forma drástica.

Nuestro imaginario colectivo y nuestros patrones culturales influyen inevitablemente en la manera de relacionarnos y, por tanto, en la forma en que el virus está expandiéndose: el contacto cercano, los besos y abrazos, la costumbre de gesticular con las manos y de tocarnos los brazos al hablar, la cultura de salir de tapas y de estar en las terrazas, el tipo de ocio y de opciones culturales, el uso del transporte público a diario, incluso el hecho de cortar todos el pedazo de la misma barra de pan con las manos. Todos estos pequeños gestos contribuyen de una manera u otra.

¿Y qué hacemos entonces?

Según mi experiencia en situaciones de contagios víricos como esta, es absolutamente imprescindible mantener una limpieza profunda y ABSOLUTA o, al menos, de los lugares públicos que la población debe utilizar a diario: trenes, autobuses, metro, puestos de información y recepción, aseos públicos, restaurantes y lugares de ocio (teatros, cines, etc.). Este sencillo gesto es BÁSICO Y ABSOLUTAMENTE NECESARIO QUE SE REALICE LO ANTES POSIBLE.

No obstante, como se nos está diciendo constantemente, existen medidas que, a nivel mundial, pueden hacer que la propagación de cualquier virus se produzca de manera mucho más controlada.

Seguro que ya conoces a la perfección los más básicos e imprescindibles, como LAVARSE LAS MANOS y EVITAR EL CONTACTO.

Además de estas medidas, es importante tratar de MANTENERNOS SANOS. Es lógico pensar que, si estamos sanos y tenemos un sistema inmunológico fuerte, tendremos más posibilidad de hacer frente al virus y de sufrir menos síntomas, además de recuperarnos mucho más rápido. Es muy importante que nos aseguremos una buena dosis de:

  •  Vitamina C. En suplementos o en alimentos como el brócoli, los cítricos, tomates, espinacas, frutos rojos, etc.
  • Omega 3: alimentos como pescados grasos (salmón, atún, caballa, sardinas, etc.) y semillas como el lino y chía, o suplementos como el aceite de krill (mejor que el aceite de pescado).
  • Magnesio: en alimentos como el aguacate, las patatas y batatas, los frutos secos y el arroz integral.
  • Melatonina: Es muy importante que descansemos. Si tienes problemas para conciliar el sueño, puedes ayudarte con alimentos que contienen melatonina, como el plátano, la avena o las espinacas. También puedes tomar un suplemento de melatonina antes de acostarte.

Una cosa queda clara…

 El éxito ante este colapso mundial depende, inevitablemente, de la cooperación y de la solidaridad humana, de que nos cuidemos los unos a los otros. Solo así, gracias a la Cooperación (eso en lo que no interesa invertir cuando se trata de otros países), seremos capaces de salir adelante.

Cooperación y trabajo en equipo

Y tú, ¿qué piensas de todo esto? Te animo a que compartas tu opinión con nosotros, me encantará saber qué piensas de esta situación que nos concierne a todos.

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