Hace ya unas semanas, publiqué un artículo sobre el coronavirus que puedes consultar aquí.
A día de hoy, el mundo entero continúa estando completamente expectante ante la situación de emergencia sanitaria a causa del coronavirus, que provoca la enfermedad conocida como Covid-19. Como todos sabemos, son ya más de 3,7 millones de personas (diagnosticadas) las que han contraído el virus.
Sin embargo, éste no afecta a todas las regiones del mundo por igual: mientras que países como Estados Unidos, Italia, España, Reino Unido, Francia, Alemania, Brasil, Turquía, Rusia e Irán representan los más afectados, aún existen lugares del planeta en los que apenas se han producido casos, como son las Islas Cook, Kiribati, Nauru, Samoa, Turkmenistán, o las Islas Salomón.
A nivel mundial, se han establecido diferentes medidas de seguridad para controlar la situación: cierres de fronteras, paralización de la economía y de los negocios considerados no esenciales, distanciamiento social y, en muchos casos, confinamiento con medidas de regulación extremas. Sin embargo, muchos países comienzan a dar pasos en su “proceso de desescalada”, cada uno con sus propios criterios. El nivel de propagación y la tasa de mortalidad del Covid-19 muestran diferencias significativas según regiones.
Sí, es innegable que las diferencias económicas y sanitarias tienen mucho que ver, pero… ¿son los únicos factores implicados? ¿Tendrá algo que ver con los patrones culturales y el estilo de vida de las distintas poblaciones?
Veamos como ejemplo la comparativa entre los países mediterráneos, como España, Italia y Francia, con los países de Europa del Norte (Noruega, Finlandia y Países Bajos). Desde el comienzo del Estado de Alarma, los neerlandeses opinaron sobre las medidas que se llevaban a cabo en Italia y España, justificando que el sistema sanitario colapsaría debido a que se admiten personas demasiado viejas: “Los ancianos tienen una posición muy diferente en la cultura italiana”, afirmaba el Doctor Frits Rosendaal de la Universidad de Leiden, Países Bajos, donde no se ha llevado a cabo un confinamiento como tal.
Según Rosendaal, la saturación en los hospitales españoles e italianos se debe a la “posición cultural” que ocupan las personas mayores en dichas sociedades. Por su parte, los médicos de Países Bajos y Flandes son muy selectivos a la hora de decidir si trasladar a un paciente anciano al hospital para, así, evitar saturar el sistema. Según su afirmación, en el hospital sólo se les podrá ofrecer el mismo servicio paliativo que en los centros de mayores, e incluso consideran que “llevarlos al hospital a morir allí es inhumano” (Nele Van Den Noortgate).Es probable que alguien esté pensando ahora que “los inhumanos son ellos”.
Ellos, sin embargo, lo ven como una “cooperación” social para que los servicios disponibles se dediquen principalmente a las personas con más posibilidades de recuperación. Y, además, se evita saturar el sistema y se reduce el riesgo de contagios entre personal sanitario. Sin embargo, actualmente sus servicios se encuentran en plenas facultades y no tienen necesidad de llevar a cabo un proceso selectivo, por lo que estas medidas se tienen en cuenta de manera preventiva para un futuro necesario.
Ante estas diferencias en cuanto a la percepción y las medidas de actuación tomadas por cada país, nos surge la duda…
¿CÓMO INFLUYEN LOS PATRONES CULTURALES? ¿PUEDE LA CULTURA SUPONER UN PUNTO A FAVOR O EN CONTRA ANTE LA LUCHA CONTRA LA PANDEMIA?
Volvamos al caso de China, donde empezó todo.
Como sabes, en China se adoptaron rápidamente medidas de control social muy estrictas que se siguieron a rajatabla. La población de China conoce a la perfección el funcionamiento de su gobierno, y confía plenamente en lo que éste les dicta. Además, saben que el precio por desobedecer al Estado es muy alto, se ejerce una dictadura política ampliamente aceptada. Sin embargo, actúan reprimiendo el problema, todo va bien “de cara a la galería”. Quizás esto explique el reducido número de fallecimientos contabilizados en el país, en comparación con el resto de países que se han visto fuertemente afectados (¿será que no están siendo del todo sinceros?).
Algo parecido está ocurriendo ahora con países como Filipinas o India, donde las medidas tan extremas ante la desobediencia representan un claro ejemplo del poder autoritario del Estado, y de la limitación de derechos en este sentido.
El segundo país gravemente afectado fue Italia. Sin embargo, presenta un panorama completamente distinto:
La población italiana cuenta con una amplia libertad de derechos civiles y con un gobierno al que no teme. Sin duda, ello hace que las medidas establecidas no se tomen tan en serio, los ciudadanos adopten una actitud más flexible ante esta situación y, por tanto, los contagios aumenten. Así, mientras que en China se actúa como una unidad dirigida a conseguir un único objetivo entre todos, los italianos defienden sus derechos individuales. Por tanto, no se trata sólo de política, sino que también intervienen los aspectos culturales más propios de países asiáticos como China, Japón o Corea del Sur, donde el sentimiento de unidad, honor y sacrificio son, sin duda, determinantes ante esta lucha global.
Por su parte, aspectos culturales que caracterizan también a otros países mediterráneos, como la cercanía, el contacto físico, los besos, los abrazos, etc., sin duda contribuyen de manera significativa (por no hablar de la picaresca de la población). No es casualidad que Italia y España sean los países europeos más afectados por el Covid-19: la vida en las calles, las relaciones sociales y, en definitiva, la intensa vida colectiva que se vive en estos países promueve que el virus se expanda de manera mucho más rápida. Y es que, en sociedades con vínculos sociales tan fuertes, es normal que se busquen formas de evadir ese aislamiento social: un claro ejemplo es el famoso aplauso de las ocho de la tarde en los balcones de todos los hogares, donde se crea un sentimiento de unidad y lucha colectiva.
Quizás todas estas cuestiones expliquen por qué el control y contención del virus está siendo tan distinto en ciertos países, comparados con otros.
Hablemos ahora de Estados Unidos:
En gran gigante, el país de las oportunidades. La cultura estadounidense ensalza valores como el éxito, el individualismo y el optimismo. La población lleva al extremo la defensa de sus derechos individuales de libre elección en cualquier sentido: para salir a la calle, para ir a la peluquería o, como sabemos, para tener un arma. Sin embargo, ante el coronavirus, sus patrones culturales y políticos juegan un poco en su contra: no existe un sistema de salud pública, por lo que gran parte de la población no cuenta con cobertura sanitaria. Por ello, en muchos casos el virus no se diagnostica, y tampoco acuden para tratar los síntomas, ya que no se lo pueden costear.
“La forma en que un país entiende la relación entre la salud, el medio ambiente, la política y la economía determinará cómo responderá a una crisis, cuáles serán las cuestiones clave y qué aprenderá de una pandemia como el coronavirus. Cuanto más éxito haya tenido invirtiendo en mantener la salud de base de la población y atender a los sectores vulnerables, en programas de promoción de la salud y en infraestructura sanitaria, tanto más preparado estará para hacer frente a un desafío importante”.
Gislason.
¿Y qué pasa en los países de Latinoamérica y África?
Es interesante tener en cuenta que, hasta ahora, los países del mundo con más casos de coronavirus (detectados) están entre los países más desarrollados. Como menciono, DETECTADOS, ya que el hecho de que estos países cuenten con más recursos permite que, por tanto, se puedan realizar más pruebas para comprobar el número aproximado de contagiados. Además, a mayor número de pruebas, habrá más posibilidades de controlar y disminuir el número de afectados. Además de la detección de casos a través de los tests, los países que cuentan con mejores servicios sanitarios tendrás más posibilidades de éxito en la lucha contra el coronavirus. El mejor ejemplo de ello es Corea, que gracias a su ejecución masiva de tests y a su fuerte sistema de salud universal, puede dar cobertura y llevar un registro bastante acertado.
Hace unas semanas, Saúl nos contaba la situación en su país, Perú, y las medidas que está tomando el gobierno. Además, hablamos de la desesperación de la gente y de cómo, en muchas ocasiones, tienen que saltarse el confinamiento para encontrar comida o algún medio para sustentar a sus familias.
En el caso de África, Marta y Javi nos contaban su experiencia. Mientras Javi, gracias a su voluntariado en Kenia, fue testigo de los rasgos culturales y de los aspectos sociales más significativos de la población, Marta hablaba de las sociedades de Ghana, Sierra Leona y Sudán del Sur, y de su fortaleza para reponerse de las tragedias, ya que “están acostumbramos a sufrir pandemias y catástrofes de este tipo”.
Sin duda, tanto en Latinoamérica como en África, cada país tiene su propia cultura y hace frente a la situación desde su propia experiencia. Uno de los factores determinantes será que, a mayor desarrollo, el país contará con un sistema sanitario más robusto.
Por tanto, países latinoamericanos y africanos que aún se encuentran en vías de desarrollo no parten desde las mismas circunstancias a la hora de hacer frente al virus: con un sistema de salud débil, los sanitarios no cuentan con las herramientas suficientes para ofrecer un servicio igualitario y de calidad. En este sentido, las desigualdades se hacen todavía más notables, ya que sólo una minoría privilegiada tendrá acceso al sistema. Los efectos de la pandemia son, por tanto, mucho más pronunciados en estas regiones, y los grupos sociales más vulnerables son siempre los más afectados.
EN CONCLUSIÓN…
Volviendo a los patrones culturales, no podemos negar que la cultura de cada sociedad representa un elemento clave en la forma de afrontar la pandemia mundial y, además, genera un gran impacto en las consecuencias económicas, sociales y políticas. No sólo se están viendo reflejados en las medidas de control y seguridad establecidas por cada país y en la forma de reaccionar de la población ante las mismas; sino que, además, comprobaremos su impacto en la recuperación posterior de dicha crisis sanitaria. Como hemos mencionado en el caso de África, la cultura y la memoria histórica de cada país determinarán nuestra reacción ante esta amenaza mundial. ¿Seremos capaces de adaptarnos a esa “nueva normalidad”?.
Muy interesante el artículo. Gracias por compartir!
Muchas gracias Bryan. Me alegro mucho de que te guste!
Espero que sigas disfrutando de los contenidos que publico, y si quieres aportar algo estaré encantada de conocer tu opinión! 🙂
Un abrazo!