Erin Meyer, en su libro ‘The culture Map’, expone una serie de escalas en las que sitúa a numerosos países de todo el mundo para establecer una relación entre ellos sobre distintos aspectos culturales. Una de las escalas que plantea hace referencia a la cuestión del tiempo, y a su percepción según nuestra cultura de procedencia.
Los horarios y la organización del tiempo representan un estado mental que afecta la manera en que organizamos nuestro día, cómo desarrollamos un discurso, con cuanta antelación debemos planificar un evento, y cómo de flexibles son los planes que establecemos.
Además, lo que en una cultura puede suponer un retraso imperdonable, puede que en otra sea aceptable:
Si vives en una cultura de tiempo-lineal como Alemania, Escandinavia, Estados Unidos o Reino Unido, probablemente llamarás para avisar de que vas a llegar 10 minutos tarde a una reunión importante. Pero si vives en Francia o Italia, probablemente no llamarás si tu retraso es de 10 minutos, aunque si fuera de media hora sí deberías avisar.
Si, por otro lado, eres de una cultura tiempo-flexible como Oriente Medio, India o Latinoamérica, estos retrasos son perfectamente esperados, pudiendo prolongarse hasta 1 hora sin que nadie se extrañe de ello.
ESTUDIOS DEL TIEMPO EN LA CULTURA
El antropólogo Edward T. Hall fue uno de los primeros investigadores en explorar las diferencias en cuanto a la cuestión del tiempo. Hacía referencia a las culturas monocrónicas (M-time) y policrónicas (P-time). Así, las M-time cultures perciben el tiempo como algo concreto y tangible: se ahorra, se gasta, se pierde, etc.
Por otro lado, las P-time cultures tienen una visión flexible del tiempo: las citas y reuniones no se toman tan en serio, y tienen una fecha y duración bastante flexible.
Por su parte, Robert Levine observó que algunas culturas miden el tiempo en intervalos de 5 minutos, mientras que otras lo hacen según los eventos del día: antes de comer, al amanecer, etc.
APORTACIÓN DE MEYER: LA CLAVE PARA COMPRENDER LA ESCALA DE LA PLANIFICACIÓN
La escala de la Planificación está profundamente condicionada al modo en que la gente organiza sus rutinas diarias en cada cultura, y ello depende en gran medida de la historia.
Alemania, por ejemplo, mantiene una clara relación entre sus patrones culturales y su historia, ya que es uno de los primeros países en el mundo donde se produjo una gran industrialización. Los trabajadores debían ser puntuales para que las máquinas comenzaran a trabajar a su hora, por lo que cualquier retraso era inaceptable.
Por otro lado, en algunas sociedades (sobre todo países en vías de desarrollo) la vida se desarrolla en torno al cambio constante: el sistema político y financiero no es fijo, el tráfico varía, las lluvias presentan retos insospechados, etc., por lo que es necesario adoptar una visión flexible y adaptarse a las circunstancias. Además, las culturas en las que las relaciones personales adquieren mayor importancia, tenderán a encontrarse en el lado flexible de la Escala de la Planificación. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la posición de cada país en dicha escala debe considerarse en términos relativos.
Así pues, germánicos, anglosajones y europeos del norte se encuentran en linear-time, mientras que las culturas latinas están en la zona de flexible-time, con Oriente Medio y muchas culturas africanas a la derecha. Las culturas asiáticas se encuentran dispersas por toda la escala, Japón en linear-time, pero China e India en flexible-time.
EJEMPLO DE ESPERAS: HACER COLA EN DIFERENTES PAÍSES DEL MUNDO
El concepto del tiempo está fuertemente relacionado con las esperas y el modo de organizarse para ello. En este sentido, en países como Suecia, es necesario esperar haciendo una cola donde se vea claramente quien va detrás de quien, y donde el espacio personal no se vea invadido en ningún momento.
Sin embargo, en India por ejemplo, las colas de espera son bastante diferentes a lo que los suecos podrían esperar.
SI TRASLADAMOS ESTE EJEMPLO A UNA REUNIÓN DE TRABAJO, en países como Estados Unidos o Reino Unido, es esperable que la organización de una reunión siga el mismo patrón que la espera en una cola como hablábamos en Suecia: se establece el tiempo de exposición, quedando por escrito en una lista con los puntos a tratar, el tiempo de duración, y el orden. En las culturas linear-time, se espera que la gente respete el turno de palabra, que apague el móvil, que no hable con la persona de al lado, etc.
Sin embargo, una reunión en una cultura flexible-time como en Latinoamérica, África y Oriente Medio, se establece la hora de comienzo y el tema principal a tratar, pero pueden derivarse nuevos temas improvisados a tratar, puede que varios miembros entren y salgan de la sala para atender llamadas urgentes, y pueden producirse grandes cambios sin previo aviso.
PERO…. ¿CÓMO SUPERAMOS ESTOS RETOS DE PLANIFICACIÓN?
Como es de esperar, la principal estrategia es aumentar nuestras habilidades para trabajar en diferentes estilos. Afortunadamente, ¡es bastante sencillo!.
Basta con observar cómo trabajan los demás, aprender qué es lo que funciona mejor en esa cultura, y hacer lo que hacen ellos. Sin embargo, comprender sus matices puede resultar ser todo un reto. Lleva tiempo probar, equivocarnos, aprender, y probar otra vez hasta que vayamos adquiriendo mayores competencias.
Sin duda, es fundamental establecer una comunicación fluida en un equipo multicultural para poder especificar la dinámica de trabajo que se va a desarrollar.
CONCLUSIÓN: VER EL MUNDO CON OTRAS LENTES
El modo en que somos condicionados a ver el mundo desde nuestra propia cultura parece tan obvio y común que es difícil imaginar que otra cultura puede hacer las cosas de forma diferente. Solo cuando empiezas a identificar qué es típico en tu cultura, pero diferente en otras, puedes empezar a abrirte al diálogo de compartir, aprender y comprender.
El paso más importante es que todos los miembros tomen conciencia de sus diferencias y de cómo la cultura afecta a su efectividad. Y cuanto más conscientes seamos de cómo la cultura impacta en nuestra vida diaria, más eficientes seremos a la hora de manejar las diferencias. No obstante, no pensemos solo en las dificultades que pueden surgir debido a un choque cultural. Centrémonos en las ventajas que pueden generar esas diferencias.
Bien manejadas, la diversidad cultural e individual puede ser la mejor fortaleza de cualquier grupo.