En la India, tuve la gran suerte de participar en una reunión de ONGs en defensa del Empoderamiento de la mujer india. La noche anterior, cuando me lo dijeron, me emocioné muchísimo.
Me sentía muy agradecida y afortunada por poder experimentar ese momento y, además, formar parte de los grupos de discusión.
La realidad social de la mujer india es una cuestión que siempre me había interesado, por lo que sería mi gran oportunidad de esclarecer varias de las dudas que me acompañaban.
TRABAJAR POR EL EMPODERAMIENTO DE LA MUJER
Al día siguiente, llegamos al centro. Subimos las escaleras y dejamos los zapatos en el pasillo, antes de entrar a la pequeña sala donde tendría lugar la reunión.
Desde mi mentalidad occidental y mi inexperiencia, esperaba que las participantes fueran principalmente mujeres, sobre todo occidentales, ya que no es de extrañar que las que más tienen voz sobre estas cuestiones fueran aquellas mujeres blancas de países ricos que desarrollan proyectos de este tipo, con una visión analítica y crítica sobre la situación de la mujer india.
Mi sorpresa fue que, al entrar, lo que encontré fue una marea de hombres indios, y algunas mujeres también (tanto indias como occidentales), dispuestos a buscar soluciones para la mejora de la realidad que viven las mujeres en su país.
Me pareció fascinante darme cuenta de este hecho. Resulta que, a pesar de que hay una gran parte de la población india que se rige por unos patrones mentales machistas y se niegan a cambiar esa realidad, en el país una parte cada vez más notoria de la sociedad está uniendo fuerzas para luchar por cambiar esta situación, y tratan de desarrollar proyectos e implementar políticas que equiparen un poco más la situación entre hombres y mujeres.
En realidad, me sorprendió darme cuenta de que, salvando las distancias, su realidad no dista tanto de la situación que vivimos en Occidente. La única diferencia es que, en los países como India, donde las mujeres están oprimidas y discriminadas, se les quiere hacer creer que no hay nada que hacer, que la única opción es resignarse.
Sin embargo, en países como España, donde se ha conseguido un cierto progreso, se nos quiere hacer creer que ya está todo hecho. Ninguna de las dos opciones es válida.
Lo que me quedó claro tras esta experiencia fue que, si queremos cambiar el sistema, hay que hacerlo desde dentro. Solo de esta forma, podrá romperse y transformarse. Y aquí entra el impacto del movimiento feminista a nivel mundial.
FEMINISMO EN EL MUNDO
Muchas personas aún no tienen muy claro qué es el feminismo. Sigue habiendo personas que lo consideran “lo contrario al machismo”, cuando no se trata de eso en absoluto.
Cualquiera que se haya informado un poco, sabrá que el feminismo es la lucha por la igualdad de oportunidades y de derechos entre mujeres y hombres. Es el viaje hacia la libertad que hacen las mujeres, pero también muchos hombres.
Hace tiempo, publiqué un post, “No es lo que ves, sino lo que percibes”, que hablaba sobre “quitarnos las gafas culturales” para ver la realidad sin distorsiones añadidas por nuestra propia cultura.
Pues bien, ya que hemos crecido en una sociedad culturalmente machista, cuando adoptamos una postura feminista, inconscientemente nos “quitamos las gafas”, y empezamos a ver el mundo desde una perspectiva distinta, una perspectiva de género.
Y, por tanto, empezamos a ver cosas que hasta ahora nunca habíamos sido capaces de ver. Empezamos a detectar pequeñas señales que delatan cómo se rige el mundo en realidad.
Por tanto, esa perspectiva feminista exige una reflexión y una mirada crítica sobre la realidad, exige desaprender todo lo aprendido.
Como decía, aprendemos siendo machistas debido a nuestros patrones culturales y conductuales. Y es necesario asumir que llevamos esas gafas, para poder quitárnoslas y cambiarlo.
Hay muchos grupos que se oponen a este cambio, e incluso han reaccionado de manera violenta ante cualquier posibilidad de cambio.
Desde que nacemos, nos marcan un camino determinado en función de nuestro sexo. Por ejemplo, a las niñas se las hace agujeros en las orejas para marcarlas.
Desde ese momento, la reproducción de la desigualdad no hace más que ir en aumento: a la hora de elegir la ropa, los juguetes, el lenguaje, las actividades de ocio, los estudios, trabajos, etc.
Además, la mujer, tradicionalmente, desarrolla la mayor parte de su tiempo en el ámbito privado (el hogar), a través de los cuidados y las tareas reproductivas.
Mientras tanto, el hombre ocupa principalmente el ámbito público, responsabilizándose de las labores económicas y sociales. Gracias a las distintas oleadas feministas, se han ido consiguiendo ciertos progresos que han permitido a la mujer salir a la esfera pública, pero no ha dejado de toparse con el techo de cristal que, hoy en día, sigue azotándonos a todas.
Por ejemplo, a la hora de contratar a un hombre o una mujer, se piensa que la mujer va a abandonar el trabajo si se queda embarazada, por lo que se tiende a contratar al hombre.
Así pues, ese avance en cuando a la salida de la mujer al ámbito público es lo que provoca, como menciona María Ángeles Durán, la Crisis de los Cuidados: las mujeres acceden a la educación y al empleo, pero al hacerlo dejan un vacío que los hombres y las instituciones no han cubierto, el de los cuidados en el hogar. Por tanto, vuelven a producirse la desigualdad: la mujer abandona el mundo laboral, y el hombre continúa.
CAMINANDO HACIA LA IGUALDAD
Resulta bastante irónico ese comentario de que “los hombres cada vez ayudan más”. Es cierto que, con las nuevas generaciones, empiezan a realizar más tareas tradicionalmente asignadas a las mujeres.
Generalmente, se encargan de las tareas más visibles y con cierto valor lúdico, pero más allá de eso, lo cierto es que no deberían “ayudar”, sino llevar a cabo de manera equitativa el reparto de tareas, que es por lo que aboga el feminismo.
Otra de las señales machistas que muchas veces no percibimos en la sociedad es la hipersexualización del cuerpo femenino a través de la industria de la moda y el canon de belleza, y el uso de la mujer como objeto a través de la música y de los medios de comunicación.
Si quieres ver un video sobre micromachismos, sigue este enlace.
El feminismo es una lucha contra la desigualdad y el machismo, pero es necesario prestar mucha atención al discurso que se hace. En este sentido, es interesante mencionar que es necesario ocuparse del lenguaje:
El lenguaje lo creamos las sociedades, es un reflejo de la cultura y de los patrones de conducta. Por ello, es importante que se trabaje para adoptar un lenguaje inclusivo, porque lo que no se nombra, no existe. El lenguaje debería suponer una herramienta de transformación social.
Y tú, ¿qué piensas? 🙂
Que tema más interesante!!!!!
Muchas gracias Alicia! me alegro mucho de que te resulte interesante!! 🙂
Muchas gracias por el material! Me ha sido muy útil para planificar una de mis clases.
Abrazo!
Hola Fiorella, ¡gracias por tu comentario! Me alegro mucho de que te haya resultado útil, espero que tu clase fuera genial!! Siéntete libre de compartir cualquier duda, opinión o inquietud que tengas. Un abrazo!