Hace más de diez años, cuando estudiaba la carrera de sociología en la universidad, recuerdo lo fascinantes que me resultaban muchas de las teorías sociológicas, y lo increíblemente ciertas y significativas que me parecían.
Una de ellas fue, sin duda, la teoría del sociólogo Zygmunt Bauman sobre la vida líquida. En especial, me llamó mucho la atención su explicación sobre el amor líquido. En ese momento ya podía apreciar esta teoría en la realidad de mi entorno, y con los años no ha hecho más que intensificarse.
Zgmunt Bauman fue uno de los sociólogos más importantes de la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI. Es principalmente conocido por sus teorías sobre la modernidad y postmodernidad, la globalización, el consumismo y las clases sociales.
Una de las propuestas que más han contribuido al debate teórico fue el concepto de “modernidad líquida” y de todo lo que ello conlleva: comunicación… emociones… miedo… AMOR.
Su obra “amor líquido” ofrece una reflexión sobre los tipos de vínculos y emociones que hemos ido adoptando en las sociedades entorno al amor, la amistad, la sexualidad y otros vínculos interpersonales.
El amor líquido en las sociedades modernas
Los vínculos afectivos y las relaciones emocionales han ido evolucionando y adaptándose a los nuevos modos de vida en las distintas sociedades.
En el momento actual, donde prima la información rápida, el consumo ilimitado y la satisfacción inmediata de necesidades de cualquier tipo, no es de extrañar que este tipo de hábitos se traduzcan en una búsqueda de relaciones sin compromisos ni ataduras.
A esto se refiere Bauman con el concepto de amor líquido: a la fragilidad de los vínculos sentimentales en las relaciones románticas actuales. Es decir, a la necesidad de “libertad”, de no crear raíces emocionales con otras personas y con nosotros mismos para, de este modo, conservar nuestra “liquidez emocional” y encajar en un entorno de cambio constante.
Según el sociólogo, las relaciones de amor actuales se basan más en la atracción física que en una conexión emocional profunda con la otra persona. Son relaciones esporádicas guiadas por el individualismo y el contacto superficial. Por eso son “líquidas”, pasajeras. Surgen, fluyen y se van. Es un amor superficial y vulnerable, fácil de quebrarse porque carece de ataduras o proyectos a futuro.
El vínculo con la cultura individualista
Todo ello guarda mucha relación con el ensalzamiento de la cultura individualista occidental. Se pone el foco en la persona como individuo aislado cuando, realmente, somos seres sociales y necesitas del otro para vivir.
Evitamos generar relaciones duraderas para ahorrarnos la responsabilidad y el riesgo que ello supone. Nos paraliza el compromiso, resultando en una tarea prácticamente imposible el hecho de establecer relaciones fuertes y sólidas. Por eso, una vez cubierta la necesidad, el sentimiento se diluye y se desvanece.
Amor, tecnologías y mundo virtual
El mismo Bauman afirma que, hoy en día, muchas relaciones son más bien “conexiones”.
Es abrumadora la cantidad de aplicaciones móviles que salen al mercado constantemente. Muchas de ellas tratan de cubrir precisamente esa falta de contacto interpersonal, pero lo hacen desde una perspectiva bastante curiosa: una foto.
Las aplicaciones de citas más famosas funcionan a través de un algoritmo que, según los rasgos físicos de cada persona, pueden visualizar otros perfiles con los que hacer “match”. La persona se convierte en un producto, un cromo coleccionable e increíblemente fácil de desechar.
El amor líquido encuentra su forma a través de la cosificación de las personas para alcanzar un fin, ya sea la aceptación social, el placer físico, o intereses personales. Esta flexibilidad y falta de compromiso también se traduce en una falta de empatía y de cooperación.
Es curioso el vínculo que se puede apreciar entre el tipo de relaciones que estamos generando, y las prácticas de consumo cada vez más frecuentes. En las sociedades “modernas”, estamos dejando de ser propietarios para convertirnos en meros usuarios de toda clase de servicios: ordenadores, aplicaciones móviles, netflix, viviendas… ¿parejas?
Amor con fecha de caducidad
Las sociedades occidentales actuales se caracterizan por un ritmo de vida frenético, donde se prioriza la satisfacción y la búsqueda de placer inmediata. Esto provoca que, en muchas ocasiones, se nos escapen los pequeños detalles y nos impide disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.
De algún modo, este aspecto se extrapola al tipo de relaciones sentimentales que, ligado a los continuos cambios, las redes sociales y las ansias de “libertad” y falta de compromiso, percibimos el amor como una especie de concepto ajeno y superficial.
El sociólogo polaco, en su discurso sobre la modernidad líquida, también afirma que las sociedades nos conducen hacia la creación de relaciones con fecha de caducidad. Es decir, relaciones donde el vínculo es frágil y flexible, donde aprendemos que las recompensas que obtenemos por un buen trabajo o unos deberes finalizados, son el verdadero motor del placer en nuestra cultura mercantil.
El amor propio también se ha vuelto líquido
Todavía más interesante me resulta que Zygmunt Bauman no solo habla del amor líquido en cuanto a las relaciones y vínculos afectivos con los demás, sino también con nosotros mismos.
Buscamos el apoyo emocional o físico en otra persona con el fin de cubrir ciertas carencias. Sin embargo, según afirma el autor, esta falta de compromiso con otras personas viene derivado de una falta de aceptación, amor y compromiso con nosotros mismos.
Por eso es frecuente que el vínculo afectivo en algunas parejas se caracterice por la dependencia emocional, y no por el bienestar y la autoestima.
Características del amor líquido
En términos generales, se considera “amor líquido” a aquellas relaciones sentimentales que presentan unos rasgos determinados. Algunos de ellos ya los he mencionado antes pero, por resumen, serían los siguientes:
- Falta de compromiso
- Necesidad constante de sensación de “libertad”
- Alto nivel de consumo poco responsable
- Desvinculación emocional
- Satisfacción inmediata
- Relaciones frágiles y superficiales
- Individualismo
- Mercantilización de las relaciones y cosificación de la persona
- En ocasiones viene acompañado de una sensación de vacío
Según Bauman, además de la influencia del contexto sociocultural, el amor líquido encuentra sus causas principalmente en tres factores: pensamientos negativos y creencias limitantes sobre lo que nos merecemos en una relación; baja autoestima, lo que nos impide crear conexiones profundas con otras personas; miedo a la falta de libertad y a sentirnos “atrapados” en una relación.
Consecuencias del amor líquido en nuestras sociedades
Sin duda, este tipo de relaciones deriva en unas consecuencias emociones y conductuales de las personas a nivel social. Algunos de los efectos inmediatos son:
- Cosificación y abusos: la persona es considerada un producto, un objeto que cumple una función determinada para cubrir nuestro deseo. Si anulamos por completo el valor humano, muchas personas se ven con el poder y la autoridad para hacer lo que les apetezca.
- Sensación de vacío e insatisfacción emocional: al tratarse de relaciones superficiales, no somos capaces de crear un vínculo emocional real y fuerte que nos provea de apoyo emocional.
- Reducción de la autoestima: al sentirnos prescindibles y reemplazables, surgen inseguridades y se fomentan las creencias limitantes sobre lo que mereces y somos capaces de conseguir.
- Pérdida de tiempo: la fragilidad de los vínculos emocionales nos deja con la sensación de haber invertido tiempo y energías en construir algo que, en cuestión de segundos, se desvanece, o que ya sabemos que no perdurará en el tiempo.
Y yo me pregunto…
¿Es este el tipo de relaciones que queremos?
Como vemos, el tipo de relaciones emocionales que generamos con otras personas deja unos efectos innegables en nuestro bienestar y en nuestra relación con nosotros mismos. Por eso, es importante recapacitar sobre nuestra propia escala de valores y lo que realmente queremos.
Independientemente de lo que busquemos en una relación, nunca debemos perder de vista a la otra persona como individuo lleno de sueños, emociones, motivaciones y necesidades.
Desde mi punto de vista, el contacto humano produce un intercambio de energías incomparable. Seamos conscientes de qué tipo de energías estamos compartiendo y recibiendo, y tratemos de que éstas generen un impacto positivo, por muy efímera que queramos que sea la relación.
Hola Raquel,
hablamos de amor líquido,pero también podemos hablar de vidas líquidas.
Puede que los jóvenes quieran todo de una forma inmediata,el amor también,para luego alejarse,sin mirar atrás.
Los contactos por las redes sociales son arriesgado y superficiales.
La vida de generaciones anteriores,más sedentaria,favorecía el desarrollo del contacto afectivo.
Hoy las relaciones parecen más volátiles,alejadas del compromiso.
Alguien dijo ,lo esencial del amor es el encuentro,cuando este se produce el amor perdura.
. Yo también lo creo.
Hola Silvia, muchas gracias por tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo, no solo se trata del amor sino también del miedo líquido, relaciones líquidas y, en definitiva, vida líquida en general. ¡Muchas gracias por compartir tus pensamientos! Un abrazo.