Ecofeminismo. ¿te suena este concepto? Puede que el término en sí no lo conozcas, pero estoy casi segura de que habrás oído hablar de esta idea.
Hoy en día, existen muchos grupos ecofeministas que ni siquiera saben que lo son. Como sabes, las palabras son sólo etiquetas que hemos creado para comunicarnos y referirnos a ciertas cosas que, en una cultura concreta, hacen referencia a ideas compartidas que podemos comprender. Sin embargo, el concepto en cuestión abarca muchas cosas.
El concepto de ecofeminismo fue acuñado en 1974 por la escritora y feminista francesa, Françoise d’Eaubonne en su libro Le Féminisme ou la mort. Hace mención a la sinergia entre los movimientos feministas y ecologistas, y se apoya en una hipótesis sobre el pasado de la humanidad.
Como sabes, el feminismo es la corriente y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres.
El ecologismo, por su parte, es la ideología que extiende y generaliza el concepto de ecología al terreno de la realidad social; propone y defiende la búsqueda de formas de desarrollo equilibradas con la naturaleza y basadas en el uso de energías renovables que no contaminen.
El ecofeminismo, por tanto, conecta ambos términos para dar lugar a un nuevo movimiento social. Es la corriente del feminismo que integra la perspectiva ecologista.
Ecofeminismo, origen y evolución histórica
Como hemos dicho, el ecofeminismo surge en la década de los 70 del siglo XX, y lo hace como un movimiento revolucionario que aúna una corriente de pensamiento con un movimiento social. Ofrece una reflexión sobre los puntos en común del ecologismo y el feminismo.
El movimiento encuentra su momento cumbre con la obra Silent spring en 1962, por Rachel Carson, donde advierte sobre los efectos perjudiciales del DDT (diclorodifeniltricloroetano) en Estados Unidos. El DDT es un plaguicida que, durante décadas, se ha utilizado en exceso y de manera indiscriminada para controlar insectos en cosechas agrícolas e insectos portadores de enfermedades como malaria y tifus.
Se trata de una teoría y de un movimiento transnacional de origen anglosajón que pretende dar respuesta a la amenaza de la guerra nuclear entre la URSS y los EEUU. Es por ello que participan militantes antinucleares, pero también ecologistas, feministas y pacifistas.
Por tanto, dio lugar a grandes movilizaciones por todo el mundo. Sin embargo, tras el fin de la Guerra Fría en los años 90, las movilizaciones disminuyeron.
El ecofeminismo renace y se reinventa cuando Karen J. Warren publica “The Power and the Promise of Ecological Feminism”, en cuya obra pone en valor el enriquecimiento del feminismo en la ética del medioambiente.
A partir de entonces, se han desarrollado varias conferencias que profundizan cada vez más en estas cuestiones medioambientales:
- El COP21, que tuvo lugar en París a finales de 2015, promueve el interés en Europa sobre el movimiento ecofeminista.
- En el COP23 (Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) en 2017, se adoptó el plan de acción «Género y clima».
- En el COP24, en 2018 en Polonia, una empresa dirigida por mujeres en Haïti fue premiada por la ONU.
- En 2019, el ecofeminismo está cada vez más presente en la sociedad. En plena movilización por el clima mediante las marchas de Greta Thunberg, numerosas chicas han puesto toques feministas en sus pancartas volviendo a unir ecología y feminismo.
El ecofeminismo en esencia
Pese a la variedad de corrientes dentro del ecofeminismo, todas ellas comparten unos intereses comunes: un análisis crítico sobre el patriarcado, el capitalismo y el contexto materialista y técnico-científico de la mercantilización del ser vivo, así como la revolución verde de la agricultura industrial.
Muchas de las investigaciones realizadas se centran en la relación entre las mujeres y los movimientos que tienen que ver con la afectividad y los cuidados, debido a los roles de género y la posición social que la mujer ha desempeñado a lo largo de la historia.
De esta forma, los movimientos ambientalistas y de defensa de los animales adquieren un mayor número de mujeres entre sus seguidoras.
Además, todas las corrientes comparten la visión negativa ante el actual sistema económico (el capitalismo) y el social (el patriarcal) que realmente se hace insostenible de armonizar y velar por el cuidado del planeta Tierra, así como su biodiversidad.
En este sentido, también ponen el foco en los efectos sobre los grupos sociales. Los pueblos indígenas se están viendo afectados y limitados enormemente, al verse negadas sus costumbres, tradiciones e incluso su propia identidad.
El ecofeminismo es un movimiento de hermandad y sororidad entre nosotras y la Tierra. Pero no se limita sólo a una corriente teórica, sino que combina su base teórica con una práctica activa que promueva una transformación real.
Las condiciones ambientales y sociales que estamos viviendo en pleno siglo XXI ponen de manifiesto la insostenibilidad del modelo de desarrollo tecno-económico actual, y la necesidad urgente de construir nuevos caminos que no comprometan el futuro del Planeta.
Ecofeminismos con vistas a futuro: retos y oportunidades
Como ya hemos comentado, la perspectiva ecofeminista ve en los patrones culturales y simbólicos capitalista patriarcal las bases que han justificado la dominación y explotación tanto de la naturaleza como de la mujer.
Desde sus inicios en los años 70, el ecofeminismo ha supuesto una respuesta a los problemas de degradación, sobreexplotación y destrucción del medio ambiente y de la biodiversidad del Planeta.
Con vistas al futuro, es interesante destacar una serie de retos y oportunidades detectados.
Retos que enfrenta el ecofeminismo
- El ecofeminismo destaca el paralelismo entre la explotación de la mujer y la de la naturaleza, a través del trabajo invisible y no reconocido.
Se hace referencia a aquellas tareas asociadas a la reproducción, la crianza, la atención a las necesidades básicas, etc. Estas tareas de cuidado continúan siendo infravaloradas, por lo que acaban convirtiéndose en un gesto de subordinación para las mujeres.
Para reivindicar la redistribución de los cuidados y responsabilidades, debemos repensar las relaciones dicotómicas de poder.
2. Acabar con la dicotomía cultura-naturaleza / hombre-mujer: Desde el ecofeminismo se ha criticado la dicotomía cultura-naturaleza, equiparada a la de hombre-mujer, en dos vertientes: Por una parte, el feminismo lanza una crítica al androcentrismo (tendencia a considerar al hombre como centro o protagonista de la historia y la civilización humanas); y, por otra parte, el ecologismo critica el antropocentrismo (como la creencia de que solo el ser humano tiene valor).
Estos valores están muy arraigados y aún queda mucho trabajo por hacer en este sentido. Además, todavía se defienden argumentos que apelan al “lado natural de las mujeres”. Éstas no son más naturales que los hombres, sino que los roles de género y las tareas asignadas históricamente hacen que tendamos a desarrollar actitudes más empáticas hacia lo vulnerable.
El reto está en revalorizar y universalizar esa actitud empática y promover la perspectiva de las personas como seres sociales inter y codependientes.
3. Se están produciendo procesos de desempoderamiento de las mujeres, provocados por la pérdida de control sobre recursos y conocimientos ante la destrucción medioambiental y de la biodiversidad, inducido por las políticas económicas y comerciales.
Por ejemplo, la aplicación de sus conocimientos sobre hierbas y plantas se está viendo afectada debido a la desaparición de especies de fauna y flora.
4. Falta una movilización emocional que vaya más allá del “cuidar el medio ambiente porque nos conviene”. Prevalece el discurso en el que la naturaleza parece ser sólo un recurso administrable. Es necesario profundizar en esta nueva forma de ver y entender la relación con el medioambiente.
Oportunidades que plantea el ecofeminismo
- En muchos casos, especialmente en zonas rurales, las mujeres han demostrado tener un papel tan importante o más que los hombres en la conservación de la biodiversidad. Un ejemplo de ello son los amplios conocimientos que poseen sobre usos medicinales de plantas y hierbas.
En relación con esta idea, puedes escuchar la entrevista que grabamos desde Diversidad Conectada con Élida Sánchez, lideresa del pueblo Wayúu.
2. Han dado a conocer internacionalmente movimientos campesinos de lucha por la defensa de sus recursos naturales con un fuerte protagonismo de las mujeres.
Algunos de estos movimientos están suponiendo que el propio proceso de organizarse, debatir en público y hacer oír sus voces se convierta en un vehículo de su propio empoderamiento y cuestionamiento de relaciones desiguales de género a nivel local.
Además, esta “feminización de las luchas” las convierte en referentes de la resistencia y movilización social.
3. Ante los desafíos ambientales, el ecofeminismo plantea la necesidad de establecer un nuevo orden mundial que contemple una política de desarrollo y la conservación del medioambiente, y que incorpore a las mujeres como catalizadores de cambio.
4. A partir de estos movimientos feministas y del repensar la relación con la naturaleza, están surgiendo nuevos espacios de encuentro para mujeres, que promueven la igualdad, debate y la organización de las mujeres de la comunidad.
En conclusión
En un momento como el actual, el ecofeminismo se presenta como una nueva forma de ver la realidad más comprensiva con los problemas de las mujeres en relación con el medioambiente.
El ecofeminismo nos sirve para cuestionarnos imaginarios y comportamientos muy arraigados en nuestra tradición y cultura. En este sentido, contribuye a encontrar soluciones para caminar hacia un mundo más justo, sostenible y resiliente.
Aboga por repensar nuestra concepción del mundo reconociendo que la vida se mantiene por medio de la cooperación y del cuidado mutuo y que, de esta forma, sea posible respetar y preservar la diversidad de todas sus formas.
Apoya Connecting Cultural Diversity en Tipeee
Muy interesante la información sobre el ecofeminismo,la conciliación entre la armonía con la naturaleza y los derechos de la mujer.
No conocía en detalle la evolución de este movimiento en las últimas décadas,el esfuerzo de las movilizaciones,el intercambio informativo en las conferencias
Es importante reivindicar la presencia femenina y cuidar el medio ambiente,tener con él una mejor relación,basada en el cuidado y el respeto.
Un abrazo.
Muchas gracias por tus palabras, Silvia. Es curioso que, en muchas comunidades y tribus, practican de manera innata el ecofeminismo sin siquiera conocer que es movimiento reconocido, con un valor y una explicación profunda. Como mencionas, debemos seguir luchando por visibilizar el papel de la mujer en defensa del medioambiente, y empoderar esta relación para caminar juntos hacia nuevas vías de desarrollo más amables, responsables y sostenibles. Un abrazo.