La pandemia del Covid-19 ha dado mucho de qué hablar. Sin embargo, también ha servido para silenciar determinadas realidad que estaban ocurriendo en el mundo: Se han invisibilizado todavía más a ciertos grupos sociales, como es el caso de las personas desplazadas, refugiadas y solicitantes de asilo.
Sin duda, la enfermedad no afecta a todos por igual. De nuevo, los más vulnerables son quienes sufren las consecuencias de esta pandemia en mayor grado, ya que resulta mucho más complejo tratar de evitar los contagios en entornos donde la pobreza y la desigualdad son visiblemente notables.
Hablamos del caso de los campos de refugiados y de las zonas de paso de migrantes. En estos lugares las personas viven en condiciones realmente precarias, y el acceso a los servicios médicos y al agua potable es prácticamente nulo. A pesar del trabajo de muchas organizaciones por la defensa y la protección de estos colectivos, el avance de la pandemia está dificultando su intervención en todos los aspectos.
LA ENFERMEDAD NO CONOCE FRONTERAS
Ni el territorio, ni el idioma, ni la cultura suponen una barrera ante la expansión del virus. Pero sí puede serlo nuestra forma de actuar, y el uso que hacemos de nuestros recursos.
Ya lo dejó claro el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi:
“Si alguna vez hemos necesitado recordar que vivimos en un mundo interconectado, el nuevo coronavirus lo ha hecho”.
Y es que, si algo hemos aprendido, es que el virus no conoce límites. No importa lo económicamente avanzado que sea un país, o los recursos tecnológicos que tenga: nos ha afectado a todos. Y sólo trabajando juntos, como comunidad global, podremos hacerle frente.
La salud de cada uno de nosotros depende, en última instancia, de la salud de los miembros más vulnerables y marginados de la sociedad. Y estos grupos incluyen a refugiados, apátridas y desplazados. Proteger a los más vulnerables significa protegernos a todos.
DESAFÍOS DE LAS PERSONAS REFUGIADAS
Las personas refugiadas suponen un grupo especialmente vulnerable ante el brote del coronavirus. Como hemos mencionado, carecen de recursos básicos como un sistema de saneamiento adecuado y el acceso al agua potable. Pero hay más.
La mayoría de los millones de personas desplazadas, especialmente aquellas que han cruzado barreras internacionales, se encuentran atrapadas e incapaces de desarrollar su actividad laboral.
Contrariamente a lo que se piensa, muchas de estas personas cuentan con grandes habilidades, conocimientos y experiencias que pueden aportar un gran valor a nuestra sociedad, sobre todo en los momentos tan difíciles que vivimos actualmente.
A menudo se encuentran con fuertes trabas burocráticas, y se les niega el acceso a la educación. En el caso de haber dirigido negocios en sus países de origen, tienen graves problemas para obtener licencias que les permitan retomar su actividad en empresas nuevas. Además, sufren problemas para alquilar locales, restricciones de movimiento y de derechos de propiedad, entre otros. Por todo ello, el hecho de encontrar un empleo “decente” es, en muchos casos, una tarea prácticamente imposible.
Ante la expansión del covid-19, la gran población que habita en zonas urbanas y que dependen de trabajos esporádicos e irregulares, se están viendo arrastrados hacia una situación de pobreza y miseria de manera casi irremediable. Al verse restringida su posibilidad de movimiento, sus probabilidad de encontrar sustento diario se ven radicalmente reducidas.
Si escuchas el podcast que grabé con mi amigo Saúl hace unos meses, encontrarás mucha información sobre esta cuestión y la situación que se está viviendo en lugares como Perú.
Como menciona Saúl, las personas tienen dificultades para encontrar comida, pagar las facturas, acceder al sistema de salud, mantener su empleo, etc. Si esto le ocurre a la población en general, imagina la situación a la que deben hacer frente los refugiados y desplazados.
La participación de estas personas en la sociedad de acogida les otorga innumerables beneficios: les permite ser autosuficientes, aumenta el consumo y la retribución total, promueve su sentimiento de pertenencia y de cohesión social, y contribuye al enriquecimiento de la sociedad en su conjunto.
LOS DESPLAZAMIENTOS CONTINÚAN
Aunque, a raíz del Estado de Alarma mundial, el mundo entero se haya paralizado y confinado durante los últimos meses, los migrantes y las personas refugiadas se han visto obligadas a continuar su camino. En España, las pateras procedentes de África continúan llegando desde el Mediterráneo. Muchas personas no logran terminar sus travesías.
De los que llegan, no todos tienen la misma suerte. Las devoluciones “en caliente” continúan estando a la orden del día, forzando a muchos migrantes al retorno.
Piensa un momento: Imagina la situación de miseria y desesperación que debe estar pasando una persona para lanzarse a lo desconocido y, sin pensar, dejar atrás toda su vida, sus recuerdos, su gente y su país. ¿Para qué? ¿Qué lleva a una persona a querer dejar atrás todo lo que conoce y precipitarse a un futuro incierto?
Muchos huyen de la miseria, de las injusticias, de la violencia. Aspiran a una vida mejor. A encontrar un trabajo que les permita vivir. A poder salir a la calle sin miedo. A sentirse libres.
El coronavirus y el confinamiento no han hecho más que empeorar sus condiciones de partida, endurecer su largo viaje y, en muchos casos, forzar su retorno. Por ejemplo, según los datos facilitados por ACNUR, en Venezuela han huido más de 5 millones de personas por razones económicas y de seguridad alimentaria. Dada la situación actual, muchos han tenido que regresar de los países de acogida debido a la pérdida de sus trabajos y por miedo a contagiarse.
En conclusión, pese a no atraer tantas miradas como debería, esta crisis sanitaria ha mostrado una vez más la realidad social que viven millones de personas en el mundo, completamente desprotegidas y vulnerables.
Como comentaba Marta en el podcast que grabamos sobre su experiencia de cooperación en África, en muchas ocasiones estas personas provienen de contextos en los cuales se han visto obligados a hacer frente a desafíos que ni podríamos imaginar. Y se han recuperado. Por tanto, lejos de mirar hacia otro lado, deberíamos escucharlos y aprender de ellos.
Ellos necesitan nuestra ayuda. Pero puede que nosotros tengamos mucho más que ganar con la suya.
LAS ORGANIZACIONES CONTINÚAN LUCHANDO
Por suerte, existen varias organizaciones que están haciendo una labor excepcional con las personas refugiadas y desplazadas. Potentes entidades como ACNUR, CEAR, Médicos sin Fronteras, Save the Children o UNICEF desarrollan a diario labores de atención sanitaria, saneamiento e higiene.
Además, tratan de poner medidas para controlar la propagación del virus en entornos tan degradados, y trabajan por abastecer a la población con suministros de emergencia y zonas de aislamiento.
Hacen frente a los problemas de comunicación derivados de los choques culturales, y se esfuerzan por difundir mensajes informativos sobre medidas de prevención, como lavado de manos y distanciamiento físico.
Por otra parte, trabajan con socios en el terreno para garantizar la atención psicosocial, tan necesaria para estas personas en un momento tan traumáticoen sus vidas. Otro de sus desafíos es hacer frente a situaciones de violencia de todo tipo en los campos de refugiados, especialmente violencia sexual y de género.
Se trata, en última instancia, de asegurar que se respeten sus derechos, así como garantizar su protección y la posibilidad de solicitar asilo, pese a los problemas de cierre de fronteras. Lo cual no resulta nada fácil.
¿QUÉ PUEDES HACER TÚ?
Aunque pienses que no puedes hacer nada directamente por estas personas, lo cierto es que SÍ QUE PUEDES.
Lo primero: AYUDA A VISIBILIZARLOS
¿Te has dado cuenta? Hace unos meses, tuvimos un boom increíble de noticias relacionadas con las oleadas de refugiados que llegaban a Europa y a Estados Unidos: cada día, los telediarios ofrecían imágenes de estas poblaciones, luchando a diario por conseguir una vida mejor. O quizás ese no era exactamente el mensaje que nos transmitían…
El caso es que, tal y como empezó, este bombardeo constante de noticias se esfumó, sin más, dando paso a un nuevo tema de moda. Y es que ése es el principal problema: lo que no vemos, parece no existir.
Por eso es tan importante que tomemos conciencia de esta realidad. No te estoy pidiendo que te hagas socio y que hagas una donación a cualquiera de estas organizaciones. Sólo te pido que compartas, que les ayudes a salir de las sombras. Con ese pequeño gesto, estarás contribuyendo significativamente.
Puedes empezar por compartir este artículo, donde he incluido los links de distintas organizaciones que trabajan por el bienestar de los grupos más vulnerables. O, si lo prefieres, puedes ir a su web directamente y compartir aquellas que sean de tu elección.
También puedes colaborar firmando a favor de sus proyectos. Por ejemplo, Amnistía Internacional trabaja mucho a través de campañas de reivindicación para visibilizar actos injustos y que atentan contra los derechos humanos.
Tú eliges el camino, sólo te pido una cosa: NO DEJES QUE ESTE ARTÍCULO ACABE EN EL OLVIDO. Si lo has leído y, de alguna forma, ha provocado algún tipo de emoción en ti, AHORA ES TU TURNO: compártelo, háblalo con amigos o familiares, infórmate, ve directamente a los links que te comparto, firma y participa. Haz lo que quieras, pero haz algo.
“La peor de las crisis requiere lo mejor de la humanidad”,
Alto Comisionado de las Naciones Unidas
Gracias por estar ahí. Y no olvides dejarme un comentario compartiendo tu opinión, quiero saber qué piensas 🙂
Hola,Raquel,la crisis de la pandemia ha complicado aún más la situación de los inmigrantes.Sus necesidades sanitarias,de alojamiento y de trabajo se ven postergadas ante la inmediatez del covid.
Las persona que toman a la ligera los riesgos para la salud de este virus son insolidarios con quienes los rodean,pero también con esas personas que huyen del hambre y del miedo y quieren integrarse en un nuevo país.
Hola Silvia. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Este problema mundial ha quedado relegado a un segundo plano, a consecuencia de esta crisis humanitaria. Si seguimos sin tomar las precauciones adecuadas para paliar su expansión, la situación de las personas más vulnerables (y el aumento de estos colectivos) será cada vez más insostenible. Gracias por compartir tu opinión!