Si has leído alguno de mis artículos anteriores, seguramente conocerás a Almudena Rodríguez.
El año pasado, mi amiga Almu nos contó su experiencia trabajando por el mundo en el ámbito de la ayuda humanitaria. Y hace muy poquito, publicamos otro podcast sobre lo que está siendo su experiencia en Iraq.
Ahora, traemos una noticia importante: Juntas, vamos a empezar a ofrecer una programación con contenidos diversos e interculturales de manera periódica.
Cada mes, lanzaremos un podcast diferente sobre cuestiones relacionadas con nuestras vivencias en el ámbito de la diversidad cultural.
En esta ocasión, hemos decidido hablar sobre una cuestión diferente: Nuestra experiencia de peregrinación realizando el Camino de Santiago.
Como sabes, el Camino de Santiago es una vía de transmisión artística y cultural, y una oportunidad de contacto y comunicación entre ideas, tradiciones y culturas. Si quieres saber un poco más sobre ello, puedes consultar mi artículo anterior.
Motivaciones y preparación
Allá por el año 2016, sentadas con Marta en un banco de El Templo de Debod, Almu lanzó la pregunta:
“¿Alguien se viene la próxima semana al Camino de Santiago?”.
Yo, que llevaba años deseando hacerlo, no lo dude y acepté inmediatamente. Y ahí comenzó nuestra aventura peregrina.
Nuestras motivaciones eran muy diferentes, pero las ganas de lanzarnos a vivir esta aventura nos unían y superaban cualquier preocupación. Sabíamos que sería duro, que habría momentos difíciles, de cansancio, de bajón, de incertidumbre… Pero, de alguna forma, también sabíamos que todo saldría bien.
Antes de partir, lo más difícil fue preparar la mochila: ¿Qué debíamos llevar?
De primeras, traté de incluir todo lo que consideraba necesario, pero cuando llegó el momento de colgarme la mochila, los miedos me invadieron. Definitivamente, no iba a poder aguantar 10 días caminando con una mochila a la espalda que pesaba casi más que yo. Y esos pensamientos también merodeaban en mi entorno: “¡es demasiado!”, “no vas a poder”, “te vas a agotar”, “es demasiada distancia”, “no conseguirás llegar a Santiago” ….
Pese a los comentarios de desaliento, hice de tripas corazón y me lancé al vacío. Quería hacer esto, quería demostrarme a mí misma que podía, y lo iba a hacer, sin importar a qué precio y si los demás confiaba o no en mí. Por suerte, también contaba con personas importantes que me apoyaban y que estaban ahí para darme ánimos.
Comenzando nuestra aventura
El 2 de septiembre, Almu y yo nos encontramos en la estación de Chamartín para tomar el tren hacia nuestro primer destino. Decidimos hacer el Camino del Norte comenzando desde Luarca, lo cual nos llevaría unos diez días, aunque terminaron siendo nueve.
Debo decir que, pese a mis miedos sobre los primeros días, en realidad no fue tan duro como en principio había imaginado. Aunque no me preparé físicamente, sí que estaba acostumbrada a correr y a caminar largas distancias, y me sentía increíblemente motivada y feliz.
Como puedes comprobar en el podcast, sí tuvimos algunos altercados un poco más duros. Sin embargo, los innumerables beneficios que extraje de esta experiencia hicieron que mereciera la pena con creces.
Los paisajes tan salvajes y hermosos, las personas tan increíbles que conocimos, lo fortalecida que salió nuestra amistad, los momentos de paz y tranquilidad, el tiempo necesario para tomar aire y aclarar mi mente… ¡y hasta el bronceado y la espalda de Superman que obtuvimos!
En el podcast, abordamos cuestiones como:
- Camino de Santiago: rutas y formas de hacerlo
- Motivaciones y preparación previa
- Qué llevar
- Anécdotas peregrinas
- Los retos y las oportunidades del Camino
- La experiencia y las implicaciones de hacerlo
- Recomendaciones
Experiencia de transformación interior
Si hablas con cualquier persona que haya recorrido el Camino de Santiago, seguramente coincidirá en que esta experiencia nunca te deja indiferente, sino que deja una huella imborrable en tu memoria.
Para mí, supuso un verdadero reto personal. Una muestra de que, a pesar de lo que la sociedad y la gente de mi entorno piense, soy yo quien decido mis límites y mis objetivos.
Esta aventura me sirvió para darme cuenta de que, si realmente lo deseo, soy capaz de hacer lo que me proponga.
Durante varios días, me levantaba con el único objetivo de disfrutar caminando por la naturaleza, de compartir la humilde comida que fuimos encontrando, de sentir mi cuerpo y mi mente adaptándose al esfuerzo continuado, y de encontrar un refugio donde darme una ducha y pasar la noche.
Cuando tienes la oportunidad de darte un tiempo para experimentar esta humildad y sencillez, comienzas a ver el mundo de otra forma. Una sensación de calma te invade frente a aspectos cuya importancia quizás sea menor de la que le otorgamos.
El Camino de Santiago me ayudó a potencia mi autoestima, ensanchó mi satisfacción personal, me ayudó a aclarar ideas y a adoptar una actitud más enriquecida, humilde y empática.
En mi caso, no estaba huyendo de nada ni me sentía en una situación estresante. No tenía motivos para alejarme de mi realidad, no buscaba ninguna excusa ni ninguna motivación espiritual. Sin embargo, sin siquiera ser consciente de ello, acabé encontrándome a mí misma.
¡Buen camino!
Estupenda experiencia poder realizar el Camino de Santiago con juventud y energía.El esfuerzo físico es grande,pero compensa la riqueza emocional y espiritual que se obtiene a lo largo del viaje.
Las vías jacobeas guardan el recuerdo de miles y miles de peregrinos,de sus logros y frustaciones ,de sus éxitos y penurias hasta abarcar con la vista la imagen de la anhelada catedral.
Afortunados los que ,no importa la edad ,han obtenido la Compostela,y guardan el recuerdo de unos días
que van a llevar en la ruta de sus vidas para siempre.
Un abrazo.
Muchas gracias Silvia, sin duda es una experiencia recomendable para todos. Pienso que es una oportunidad de crecimiento y desarrollo en todos los sentidos, que cada uno puede adaptar a sus propias condiciones y preferencias. Ojalá estas rutas recuperen su tránsito y esencia muy pronto. Un abrazo!