La semana pasada, tuve la suerte de participar en un conversatorio en el marco de la cátedra de Comunicación Intercultural de la Universidad de Panamá, impartida por el profesor Arturo Coley Graham.
Durante las dos horas de clase, tuvimos ocasión de abordar en profundidad una cuestión que me encanta: la cultura y los elementos que la componen.
Además de ello, me pareció oportuno conversar sobre otra cuestión verdaderamente importante: los estilos de comunicación según el contexto cultural, abordados de forma brillante en el libro “The Culture Map” por Erin Meyer.
¿Comunicas de manera explícita o implícita?
Imagina este escenario:
Te subes al coche con un amigo, está oscuro, y tu amigo no ha encendido las luces. ¿qué harías? ¿se lo dirías directamente? ¿se lo dejarías caer, haciendo mención de lo oscura que está la noche? ¿no dirías nada, esperando a que él se dé cuenta?
Este es uno de los ejercicios que propone Erin Meyer en su libro “The culture map” cuando habla de estilos de comunicación según la cultura.
En Estados Unidos, Reino Unido y otras culturas anglosajonas, la buena comunicación se basa en la claridad y la explicitud, y la responsabilidad de la precisión en la transmisión del mensaje recae únicamente en el comunicador: “si no lo entiendes, es mi culpa, no me he explicado bien”.
Por el contrario, en muchas culturas asiáticas, como India, China, Japón e Indonesia, los mensajes son expresados implícitamente, lo que requiere de la persona que escucha que ésta lea entre líneas. La buena comunicación es sutil, y la responsabilidad recae entre ambos, quien envía el mensaje y quien lo recibe. Esto mismo se aplica a muchas culturas africanas, incluyendo Kenia y Zimbabue, y en menor grado a las culturas Latino-americanas como México, Brasil, Argentina; además de las culturas latino-europeas como España, Italia, Portugal y Francia.
Por tanto, si transmitimos un mensaje a una persona de nuestra misma cultura, ésta seguramente lo interpretará de la forma en que nosotros pretendemos que lo haga, y entenderá el mensaje sin problema.
Sin embargo, si el mismo mensaje es transmitido hacia una persona proveniente de una cultura completamente diferente, es posible que la información no llegue de igual modo.
Estilos de comunicación: culturas de bajo y alto contexto
En relación con todo lo anterior, Erin Meyer diferencia dos estilos de comunicación:
- Comunicación de bajo-contexto: En las culturas de bajo-contexto, la comunicación efectiva debe ser simple, clara y explícita, y la mayoría de los comunicadores obedecerán estos requisitos, normalmente sin ser conscientes de ello. Ejemplos: Estados Unidos, Canadá y Australia, Holanda y Alemania, y Reino Unido.
- Las culturas con buena comunicación en alto-contexto son muy diferentes, y es propio de culturas como Japón, India, China, etc. Las explicaciones se basan en asunciones compartidas que son aprendidas desde la infancia y crean un entendimiento inmediato.
Veamos un ejemplo: Acabas de recoger a un amigo tuyo del aeropuerto. Es muy tarde, y cuando llegáis a casa, le preguntas si quiere comer algo antes de irse a dormir. Si ambos pertenecéis a una cultura de bajo-contexto, si la respuesta es “No, gracias”, se entenderá que no tiene hambre y los dos os iréis a dormir. Por otro lado, si los dos pertenecéis a una cultura de alto-contexto, su primera reacción será decir “No, gracias”, aunque esté muerto de hambre, pues considerará inoportuno aceptar comida la primera vez que se le ofrece, y en una cultura de alto-contexto, además, esa respuesta querrá decir “por favor, pregúntame otra vez porque me muero de hambre”.
Teniendo en cuenta todos estos aspectos que hemos señalado, Erin Meyer propone la siguiente Escala de la Comunicación:
Por tanto, en cada conglomerado podemos observar un patrón claro, teniendo en cuenta dos factores:
Por un lado, vemos que existen un orden de agrupación según el tipo de lenguaje: el conglomerado anglosajón, seguido del conglomerado de lenguas romance y, finalmente, el de países de lenguas asiáticas.
Estados Unidos es la cultura de menor contexto del mundo, y todas las culturas anglosajonas se encuentran a su mano izquierda en la escala, con Reino Unido como la cultura de mayor-contexto del conglomerado anglosajón.
Todos los países que hablan lenguas romances, incluido los países europeos y de América Latina se encuentran en el medio de la escala, y muchos países africanos y asiáticos se encuentran más cercanos al extremo de alto-contexto, siendo Japón el de mayor contexto.
Por otra parte, vemos que la historia de cada país influye notablemente en su posición en dicha escala. En cada conglomerado, podemos notar cómo la cantidad de historia y el nivel de homogeneidad impacta en el estilo de comunicación: por ejemplo, Estados Unidos tiene la mayor diversidad lingüística y cultural y la historia compartida más breve, lo que ayuda a explicar por qué es la cultura anglosajona con menor contexto.
Las culturas de alto-contexto suelen contar con una larga historia compartida. Normalmente se trata de sociedades basadas en las relaciones, donde las conexiones se transmiten de generación en generación, generando mayor contexto compartido entre los miembros de la comunidad. Japón es una sociedad isla con una población homogénea y miles de años de historia compartida, quedando cerrado al resto del mundo durante una parte considerable de ese período.
Por el contrario, Estados Unidos, un país con apenas cientos de años de historia compartida, ha sido configurado por enormes flujos de inmigrantes provenientes de varios países de todo el mundo, todos con diferentes historias, diferentes lenguas, y diferentes antecedentes. Porque tenían poco contexto compartido, los americanos aprendieron rápido que si querían transmitir un mensaje, debían hacerlo lo más claro y explícito posible, sin dar pie a error o a entendimientos.
La analogía del matrimonio
El antropólogo americano Edward Hall, quien acuñó los términos high-context y low-context communication, utiliza la analogía del matrimonio para describir las diferencias entre ambos contextos de comunicación:
Imagina qué sucede cuando dos personas llevan casadas 50 o 60 años, habiendo compartido el mismo contexto durante tanto tiempo, pueden obtener muchísima información simplemente observando las caras o los gestos del otro. Sin embargo, para los recién casados, necesitan que sus mensajes sean explícitos, y necesitan repetirlos frecuentemente para asegurar que son recibidos de manera precisa.
La comparación con países con breves o extensas historias compartidas resulta obvia.
Conflicto entre culturas diferentes
¿Y qué pasa si tienes una mezcla de muchas culturas en un mismo equipo? ¿Cuándo crees que habría más probabilidades de que surgiera el malentendido? Considera tres opciones:
- Una persona de una cultural de bajo-contexto con alguien de otra cultura de bajo-contexto (por ejemplo, un holandés con un canadiense).
- Una persona de alto-contexto con una de bajo-contexto (un Hispano con un holandés).
- Una persona de alto-contexto con alguien de otra cultura de alto-contexto (una persona de China con una de Brasil).
Mucha gente da por hecho que la respuesta correcta es la opción B: una conversación entre alto y bajo contexto. Sin embargo, la respuesta correcta es la C. En un grupo multicultural, los mayores malentendidos se dan entre personas de dos altos-contextos culturales con raíces completamente diferentes, como brasileños con chinos.
Las comunicaciones de alto-contexto funcionan perfectamente cuando las dos personas provienen de la misma cultura e interpreta las señales culturales de la misma manera.
Pero cuando los miembros del equipo provienen de culturas diferentes, la comunicación de alto-contexto se rompe. Los oradores pueden estar enviando un mensaje entre líneas, y los oyentes puede que estén prestando especial atención para encontrar un significado.
Sin embargo, ya que los dos provienen de culturas con contextos completamente diferentes, el mensaje recibido será completamente diferente al mensaje enviado, y las probabilidades de malentendido se multiplican.
Todo es relativo, pero todos nos conectamos
La conclusión es, por muy bien que nos comuniquemos en nuestro propio contexto cultural, no todo vale a la hora de comunicarnos con personas de contextos culturales diferentes.
Es decir, todo es relativo.
Lo que está claro es que, cuando consideramos el impacto de las diferencias culturales en nuestras relaciones con los demás, lo que importa no es la posición absoluta de la cultura personal en una escala particular, sino su posición relativa en comparación con las otras culturas.
Al igual que el planeta está formado por distintos ecosistemas, todos interconectados y que se nutren entre sí, las sociedades también somos parte de una comunidad global que debe respetarse, convivir y nutrirse mutuamente con el fin de mantener la armonía y el equilibrio.
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