Cultura deportiva: un reflejo de los valores de la sociedad

 “Cuando se trata de distancias enormes, nada puede vencer a un corredor tarahumara. Ni un caballo de carreras, ni un guepardo ni un maratonista olímpico. Pocas personas han visto a los tarahumaras en acción, pero a lo largo de los siglos han ido filtrándose desde las barrancas historias asombrosas acerca de su resistencia y tranquilidad sobrehumana”

«Nacidos para correr», Christopher McDougall

El deporte forma parte de cualquier sociedad. Ya sea como práctica cotidiana o como espectáculo mediático, es una actividad incluida en todas las culturas del mundo que busca objetivos individuales o comunes relacionados con el ocio, la profesionalización o el bienestar físico, psicológico y emocional.  

Hoy en día, todos somos conscientes de los innegables beneficios del deporte a distintos niveles: en el plano físico, por la mejora de la salud en general; en el plano psicológico, al fomentar la autoestima y la habilidad para enfrentarnos a situaciones de estrés, depresión, etc.; y en el plano social, ya que refuerza las habilidades sociales y la identidad colectiva.

Pero el deporte va mucho más allá.

Al tratarse de un producto cultural, la práctica deportiva permite la transmisión y adquisición de hábitos y valores sociales y morales. El deporte presenta un vínculo con la identidad y la cultura, tratándose de una vía de socialización y de desarrollo individual y colectivo.

El deporte, un reflejo de las ideas y valores sociales

La actividad deportiva, al igual que el resto de elementos que configuran el paradigma cultural, es un reflejo de los aspectos socioculturales propios de la sociedad en la que se desarrolla. Se trata de uno de los elementos más característicos, visibles y fácilmente extendidos.

A través del deporte, se reproducen comportamientos, valores y hábitos arraigados de las distintas culturas. Por tanto, representa un sistema complejo que debe ajustarse a los diferentes grupos, en base a sus patrones culturales y a su propio sistema de valores.

De hecho, el deporte contiene mucha información sobre la sociedad, puesto que supone un elemento no solamente lúdico, sino también cultural, político, económico, científico y social.

Gracias a ello, distintos grupos pueden expresar su identidad colectiva a través del deporte. Y, de la misma forma, la misma práctica deportiva puede recibir una interpretación diferente, según distintos aspectos socioculturales.

Conlleva, por tanto, una dimensión interpretativa fuertemente vinculada al rito.

Como ritual, el deporte lleva implícito una inmensa simbología que ofrecen pistas sobre cómo percibir, interpretar y comprender el mundo, para ser capaces de desenvolvernos en un contexto cultural concreto.

Cultura deportiva: El deporte como mecanismo de cambio social

Como hemos mencionado, el deporte es un producto cultural creado por la sociedad. Por tanto, forma parte de ese imaginario colectivo que engloba el sistema de valores, creencias, costumbres, ideas, hábitos y comportamientos, compartidos y transmitidos por los miembros de una sociedad y que configuran su cultura.

Por tanto, la cultura deportiva hace referencia al vínculo por el que un grupo se identifica con una actividad físico-deportiva concreta. El deporte conecta personas y las integra dentro de un sistema de normas y comportamientos compartidos.

En este sentido, la cultura deportiva elimina barreras entre personas y grupos sociales, fomentando la participación comunitaria y el desarrollo de habilidades sociales.

Con frecuencia, el deporte se utiliza como herramienta de inclusión, educación e incluso rehabilitación para distintos individuos y colectivos. De esta forma, actúa como un mecanismo de cambio social.

El deporte como transmisor de valores

Como has visto, la práctica deportiva funciona como una vía de transmisión de valores y elementos culturales de la sociedad. Principalmente en el caso de los deportes colectivos, los participantes pueden experimentar un incremento en los valores como la cooperación, tolerancia, igualdad e inclusión.

En este sentido, los deportistas se están convirtiendo en una figura relevante dentro de nuestras sociedades, que ayudan a visibilizar y potenciar la cultura de paz basada en un sistema igualitario, que rechace cualquier tipo de discriminación por cuestión de raza, género, religión, edad, nacionalidad, etc.

Así, la cultura deportiva se compone de una serie de elementos que son fácilmente transmisibles:

  • Componente lúdico: a través del juego, podemos comprender mejor la realidad que nos rodea, y aprendemos a interactuar y comunicarnos.
  • Componente simbólico: el deporte nos prepara para afrontar distintas situaciones que podrían ocurrir en la vida diaria.
  • Elemento de distensión: el deporte como actividad de ocio, nos ayuda a relajarnos y a evadir aspectos de la vida que podrían causarnos malestar.
  • Componente agonístico: a través de la competitividad generada, las personas aprendemos a desarrollar nuestro instinto de superación ante los problemas.
  • Elemento normativo y regulador: las reglas a cumplir en cada práctica deportiva nos ayudan a familiarizarnos con el sistema de normas establecido dentro de una sociedad, necesario para facilitar el respeto y la convivencia social.

Como siempre, la cultura deportiva no es algo estanco e inamovible. Se trata de un sistema vivo que evoluciona con las sociedades. A medida que éstas van cambiando aspectos como sus costumbres, tradiciones, ideas y comportamientos, también lo hace el sistema de valores, actividades y habilidades transmitidos a través del deporte.

El caso de los tarahumaras, “Nacidos para correr”

¿Has oído hablar del libro “Nacidos para correr” de Christopher McDougall?

En esta obra, queda plasmada una idea muy clara: los seres humanos estamos programados para movernos, debemos mantenernos activos por naturaleza. Y así lo demuestran los tarahumaras, una tribu mexicana cuyos habitantes son considerados como los mejores corredores del mundo.

Y no es que cuenten con una genética espectacular o unas condiciones físicas que les hagan destacar del resto. Simplemente corren, de manera natural, sin cuestionarse nada al respecto. Correr forma parte de su vida, de su cultura, es algo tan natural como respirar.

Y no existen prejuicios o limitaciones mentales al respecto. No se paran a considerar si disponen de la fuerza o el tiempo suficiente, si tienen materiales adecuados o si son demasiado mayores.

Lo único que entienden es que disponen de un cuerpo que les permite desplazarse a su antojo. Nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan ser utilizados, necesitan ejercitarse continuamente.

En palabras del propio autor, Christopher, “quizá los tarahumaras sólo hacen lo que nosotros hacíamos hace dos millones de años, y seamos nosotros los que nos hemos salido del camino”.

2 Comments

  • Silvia dice:

    Los romanos decían Mens sana in corpore sano.Cierto,la práctica del deporte es buena para la mente y el cuerpo.A través del deporte se pueden mejorar las relaciones sociales y cultivar el hábito de colaborar y también de compartir.
    Los griegos comprendieron muy pronto la importancia de la actividad deportiva,individual o de conjunto.
    Los Juegos Olímpicos eran una manifestación,nacional y cultural.Integraban a los jóvenes,cultivaban la sana competencia.
    Seguimos celebrándolos cada cuatro años y en distintos continentes.El entusiasmo que despiertan ha superado los baches históricos y los valores físicos y morales de los jóvenes que participan se han mantenido a través de los siglos.

    • Raquel dice:

      Qué interesante lo que compartes sobre los Juegos Olímpicos, sin duda un claro ejemplo de la importancia que las culturas y civilizaciones han otorgado a la práctica del deporte para mantenerse sanos física y psicológicamente, además de fomentar las relaciones a través de un ambiente deportivo y de ocio. Es muy llamativo, como dices, que a lo largo de tiempo se sigan manteniendo estas costumbres y tradiciones, y se transmitan de generación en generación.

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